ENAM “LA DIVISIÓN PERDIDA”. Una historia, treinta y una historias; una sola lucha

En vísperas del 24 de marzo, a 44 años del golpe genocida, compartimos este extracto de la tesis doctoral de la secretaria adjunta de ARDU La Rioja, Alicia Parodi. «Intento realizar un ejercicio profundo de memoria, tratando de articular lo propio y lo colectivo, de abordar la categoría memoria y violencia política con la impronta que dejó en nosotros, lxs sobrevivientes».


Homenaje de las y los compañeros sobrevivientes en la escalera de ENAM

La División Perdida de la ENAM, extraño, incomprensible, siniestro. ¿Por qué la División Perdida de la Escuela Nacional Antonio Mentruyt? Compañeras y compañeros muertos y desaparecidos, un número alegórico como para conformar una división completa de la escuela. Corrían los años del golpe de Estado cívico-militar, clerical, es necesario revelar la incógnita trascendental que aplica a la División Perdida.

Recorriendo la plataforma de “Diarios Argentinos”, me zambullo en Infobae, una nota de archivo del 23 de marzo de 2006, la sección Sociedad me retiene: “La trágica historia de la «división perdida»: los 31 desaparecidos de la Escuela Normal de Banfield y el relato de la única sobreviviente”. No es la única sobreviviente, pero si la que declaró varias veces en el juicio por los crímenes de Lesa Humanidad en el Centro Clandestino de Detención (CCD) La Cacha; campo de concentración al que fueron a parar varixs desaparecidxs de “La división perdida”.

Cuando el Estado de excepción se convierte en regla es cuando se abre el campo de concentración como un espacio que se convierte en norma

Me detengo en el relato al que apuntan los periodistas: “Genovese cuenta que había ido con amigos a ver una función de la ópera Carmina Burana al Teatro Colón y que se sorprendió cuando vio que un compañero del colegio lo esperaba a la salida: «Nos esperaba Joaquín con una noticia terrible. El día anterior, en distintos lugares y horarios, habían detenido a Margarita Ercole, Nina Goldberg, ambas de 18 años, Rubén Gerenschtein, de 17 años, y María Silvia Bucci, de 16”. (Perfil. Sociedad. AnguitaCecchini.21/9/2019).

Me parece estar en la puerta del Colón, quien relata es Omar Genovese, lo esperaba Joaquín Haberbach. Tantos recreos, discusiones políticas, mateadas, volanteadas y guitarreadas compartidas con todas y todos. Ya no están, somos un racimo minúsculo que con la garganta estrujada, que podemos poner en palabras el sufrimiento de las huellas de la violencia de Estado, sobre cuerpos y almas con cicatrices. Hablo de rastros; marcas; surcos, que no podemos borrar, esas huellas, se indexaron con el tiempo.

Sólo puede pensarse en relación con la ausencia, con aquello que dejó una marca, pero ya no está presente más que como trazo. Ése es un punto neurálgico porque la noción de huella es pensada como tentativa de la presencia que permite reconstruir el relato original.

Para ese entonces teníamos 15; 16; 19 años como mucho, nada los detuvo, fueron implacables a la hora de desparecer, torturar y matar. Ana Belén Mercado (Investigadora), hace hincapié en “…quienes eran alumnos de la escuela al momento de su secuestro y posterior desaparición: Rubén Enrique Gerenschtein y Mónica Tresaco, por un lado, y Margarita Ercole, egresada en 1976, por el otro. Todos ellos desaparecieron entre mayo y agosto de 1977. Dimos con estos datos al encontrar el testimonio de una alumna del ENAM, María Silvia Bucci quien a los 16 años estuvo secuestrada y fue sobreviviente. En el año 2014 declaró como testigo del juicio por el Centro Clandestino de Detención “La Cacha”, de La Plata.

Bucci era alumna del quinto año, Silvita, amiga y compañera entrañable. Ella al momento de su secuestro sabía que Rubén Gerenschtein había sido detenido junto con una estudiante del colegio Nacional de Adrogué. En su declaración manifestó que participaba del Centro de Estudiantes del ENAM y militaba en la Juventud Guevarista, (Éramos compañeras del Centro de Estudiantes y de militancia), En su testimonio durante el juicio, María Silvia declaró que los secuestradores le hicieron preguntas sobre estas actividades y que tenían en su poder los legajos de los estudiantes del ENAM. Recordó haber visto movimientos de autos extraños en las inmediaciones de la escuela días previos a su secuestro y mencionó los nombres de las autoridades interventoras en aquel entonces: Luis Héctor Bucci (sin parentesco alguno con la testigo) y Simón Orlic. Además, recordó que en ese Centro Clandestino de Detención estuvieron secuestradas Margarita Ercole, -cuanto amor en la memoria- (Miembro del Centro de Estudiantes y también activista de la JG) y Mónica Tresaco- ¿Cómo olvidarte amiga, como perdonar? con los mismos vínculos militantes.

El hecho de que las autoridades de la escuela estuvieran implicadas en la entrega de legajos de alumnos que luego fueron secuestrados y desaparecidos, además de ser otro triste antecedente de la complicidad civil en los crímenes cometidos, denota la importancia que se le daba a la escuela y a las actividades políticas que los alumnos, nucleados en el Centro de Estudiantes, llevaban a cabo”. (Mercado, Ana Belén. 2016.4)

Un plan sistemático y siniestro de disciplinamiento social, para la implementación de un modelo económico que  se imponía desde  Washington, sobre las plurinaciones latinoamericanas y  caribeñas.  La Escuela Nacional Antonio Mentruyt, era un granito de arena en el desierto, una estrella en el firmamento, sin embargo, fuimos un blanco fácil para la represión ilegal. La escuela, junto al Colegio Nacional de Adrogué y la Escuela Normal Superior Prospero Alemandri de Avellaneda estuvieron bajo la órbita del “Circuito Camps”, formado por al menos, veintinueve centros clandestinos de detención (CCD) que dependían de la Policía de la Provincia de Buenos Aires, bajo el mando del carnicero Ramón Camps, general del ejército, quien decidía sobre la vida y la muerte de los detenidxs-desaparecidxs; declaró: “Entre esos cinco mil desaparecidos puede haber errores. Lo admito…Aquí libramos una guerra y para

 

vencerla hubo que adoptar medidas drásticas. Quizá nos equivocamos, pero al final y eso es lo que importa, vencimos” (2). (En Calveiro, Pilar 2013).

Este circuito represivo fue denunciado por Julio López, quien el “27 de octubre de 1976 fue detenido- desaparecido por primera vez. Estuvo en los centros clandestinos el Potrerismo, Pozo de Arana, Comisaria Quinta y Octava, que integraban el Circuito Camps” … “Cada CCD cumplía funciones específicas dentro del circuito, como se señaló en el dictamen del fiscal Félix Crous presentado en el Juzgado Federal de La Plata. Allí estuvieron más de dos mil detenidos-desaparecidos”. (La Izquierda Diario, 2017). Ya se cumplieron 16 años de la segunda desaparición de Julio López, esta vez, víctima en democracia, pero de los mismos verdugos, lo que demuestra que el aparato fatídico de castigo goza aún de buena salud, ya que otros como Santiago Maldonado pasaron a ser uno más en la lista.

Entre esos dos mil detenidxs-desaparecidxs, se cuentan lxs 31 de ENAM; de allí el modo simbólico de enunciar el luctuoso hecho, vale la analogía de “La división Perdida”. 2-Reportaje realizado al general Camps, La Semana. Buenos Aires, enero 1984. En Calveiro, Pilar; 2013. P 72.

ESCARMIENTO DE CLASE Y DE GÉNERO

Hacia finales del 74´, un acto de disciplinamiento me colocó una bisagra en el camino. Era una mañana helada y húmeda, me levanté a las 6, para ir a la escuela, como siempre, ocurrió lo que nunca en esos 14 años desde que por primera vez vi la luz al salir del útero de mi mamá para enfrentar al mundo.

Para ese entonces vivía en Villa Albertina, cerca de Puente La Noria, barrio que no garantizaba la seguridad de nadie, mucho menos la de una pibita. Siempre mi mamá me acompañaba a tomar el 543, único colectivo de la Línea Roca que cada 30 o 40 minutos pasaba por Falucho, la única calle asfaltada. Ese día mi vieja estaba con angina, se quedó en la cama. Todo se combinaba para que lo peor ocurriese.

Vestida como una cebolla, prenda sobre prenda, más un poncho, llegué a la parada de colectivo, aparentemente el de las seis y media lo había perdido, no había nadie, la larga cola de estudiantes y laburantes esa mañana oscura, estaba ausente.

Mientras esperaba el bondi, leía las declinaciones en tiempo presente del verbo ser o estar en latín, ese día tenía la materia en la primera hora. Muy compenetrada repetía: Ego sum, Tū es, Ille_Illa est, Nōs sumus, Vōs estis, Ile ilae sunt…, de pronto el caño de un arma, frío y rígido como la muerte, que minutos después identifiqué como una pistola calibre 45, me oprimía la sien derecha, un brazo masculino casi me ahorcaba para inmovilizarme.

-«No te muevas, ni grites porque sos boleta. Caminá hija de puta». Dijo el primero, mientras el segundo hombre, me llevaba, casi como guiándome, sabía que no me podía resistir. En voz muy baja repetía: -«Vas a aprender a no meterte más en la joda».

Llegamos a un descampado, apenas a una cuadra y media de mi casa, rodeado por casas muy humildes de vecinos conocidos, era muy temprano, para que estén levantadas las mujeres de la casa y muy tarde para quienes salían a trabajar o estudiar.

No les costó mucho voltearme a la tierra, ahora la pistola que había sido la causante del golpe que me rompió el tabique nasal, la tenía en la boca. Mientras uno me reducía el otro me rompía la ropa y me penetraba, los dos me amenazaban y me insultaban con voces entreveradas: «Seguí nomás haciéndote la zurdita, seguí haciendo cagadas, hoy te vamos a coger bien cogida los dos, la próxima no la vas a poder contar». – » ¡Vos cagaste! A la virgencita me la cogí yo».

 

Cuando al que le faltaba consumar la violación estuvo presto, parece, creo recordar, que ante nuevos golpes con la culata de la pistola debo haber gritado, las amenazas eran cada vez peores, las voces de ellos se alzaban entre insultos y manoseos. Un perro, otro, muchos…comenzaron a ladrar, algunos aullaban. Me dejaron tirada, sangrando, embarrada, lastimada, herida desde el cuerpo hasta el alma. Se fueron, la cara del primero nunca la voy a olvidar, el corte de pelo de los dos tampoco, eran policías de civil. Lo sucedido menos aún.

Nunca supe si la gente que estaba en sus casas y casillas no se despertó o no quiso salir, ya eran tiempos muy duros, fue en agosto del 74’. Esperé un poco, me levanté confundida, mareada, dolorida, llegué a mi casa tapando mis despojos como pude, abrí la puerta y grité Mamaaaaaaá. Llorábamos juntas, mientras me abrazaba, me limpiaba y Andrea, mi hermanita preguntaba llorando ¿Qué te pasó Ali?, Ella tenía 7 años…como explicar.

Mi madre decidió llamar al frigorífico y decirle a un administrativo que le avise a mi papá que viniera pronto que habíamos tenido una desgracia. Para eso tuvo que esperar un rato para ir hasta el corralón de materiales, era el único lugar que tenía teléfono en la zona.

Llegó mi papá, para sumarse al dolor, pero su llanto era desgarrador. Mi relato fue a medias, las amenazas políticas no las podía contar, de mi militancia no podían saber, sólo les dije que parecían policías, no obstante, mis aclaraciones me llevaron a la Comisaría de Parque Barón, a quince cuadras de distancia para hacer la denuncia. Ya eran como las once de la mañana, aterrada vi pasar al primer violador uniformado, bajé la vista… Un año después subió al mismo colectivo que yo, me bajé. Tiempo después supe que lo apodaban «el patea ranchos», era el que a patadas abría las puertas para hacer los allanamientos.

El médico forense me revisó, constató los hechos y me indicó tomar antiinflamatorios, calmantes y colocarme una pera de goma con vinagre blanco en la vagina para evitar el embarazo. Por una semana no fui a la escuela, estuve en casa. Vino el médico de familia, Fiserovich, que no cambió la receta del forense. Poco a poco fui sanando de los golpes del cuerpo, recibiendo visitas de los pocos familiares que se enteraron y del que entonces era mi novio desde marzo y su madre, que afirmó que me iban a aceptar igual. Esa sentencia me marcó el destino, sentí que el que después se convertiría en el padre de mis hijas y en un monstruo, era el único hombre con el que yo podía sellar mi destino. ¿Manchada quién me iba a querer? ¿Psicóloga?, ¿Feminismo? Que podía saber, era otra época en la que no había ni plata ni consciencia de que un abuso se podía tratar y no sellar la vida de una mujer por décadas.

En fin, había que superarlo, había que salir adelante, curar el cuerpo y el alma, mirar el futuro, seguir soñando con la revolución que era parte de la utopía que me mantenía viva y con la fortaleza de seguir el mismo rumbo. Se trató de un hecho, en palabras de Rita Segato de violación cruenta. “La violación cruenta es la cometida en el anonimato de las calles, por personas desconocidas, anónimas, y en la cual la persuasión cumple un papel menor; el acto se realiza por medio de la fuerza o la amenaza de su uso” (Segato,2003). El único detalle, es que en ese momento desconocía que iba a estar presa en Bolivia, huelgan las palabras.

APROXIMACIONES FINALES

La idea foucaultiana de hacerse sujeto y estar sujetado ( En Butler 2001) alude que la subjetivación es innata de su regulación (Cháneton 2019). Lo que lleva a inferir que en tiempos y espacios donde se creía que el poder controlaba la totalidad y se ensayó – interpretando a Foucault – impregnar hasta en la interioridad de lxs sujetxs se lograron generar resistencias. Butler, desde nociones lacanianas, considera que: la identidad no puede ser nunca totalizada completamente por lo simbólico, porque lo que este no consigue ordenar emergerá dentro de lo imaginario como desorden, como lugar de impugnación de la identidad (Butler 2001).

El aparato disciplinador estaba creado, pero si bien intentó producir sujetos obedientes y normativizados, la norma fue reapropiada y resignificada por algunos sectores, forjándose efectos disímiles a los esperados.

Intento realizar un ejercicio profundo de memoria, tratando de articular lo propio y lo colectivo, de abordar la categoría memoria y violencia política con la impronta que dejó en nosotros, lxs sobrevivientes. Las marcas son polifacéticas, cursan el dolor, el aprendizaje, las asignaturas pendientes; en definitiva, será una impugnación al olvido y una denuncia del genocidio que acompañará a los años de lucha de los organismos de Derechos Humanos.

Re-visitar un pasado violento desde el aparato estatal y desde el interior de la organización armada, porque, aunque la moral revolucionaria se cantaba a viva voz, muchxs de nosotrxs sufrimos la doble faz de la violencia. ¿Era nuestro deber entregar la vida como militantes de base por una causa? ¿Debíamos sacrificarnos cuando el pueblo no se sentía parte de nuestro proyecto? Las FFAA se mostraban como las salvadoras de la patria. ¿Las organizaciones armadas no incurrieron en un mesianismo autodestructivo?

¿Las compañeras detenidas-desaparecidas sufrieron una violencia inflacionada? ¿Es acertado hablar de violencia política sexuada? ¿Y yo, que rol jugué en esta etapa de la historia, mis dolores, mis ausencias, mis carencias, mi hambre, mi encierro, mi “vivir entre paréntesis” seis años? ¿Se puede repensar la cárcel en el exilio y el destierro mismo para convertirlos en herramientas fortalecedoras? ¿Por qué se interceptó en la mayoría -me incluyo- el conflicto de autoculpabilización por seguir con vida? ¿Qué podrá o querrá contar Silvia Bucci después de pasar por el CCD La Cacha? ¿Cómo relatarán lxs compañerxs que se quedaron en un país invivible? ¿Todxs superaron al regresar con la democracia la acusación del 83: “Volves del exilio dorado”?

Todxs, cada uno, cada una desde su lugar o su no lugar vivió lo inimaginable, lo deshumanizante, o…la peor de las muertes. Ya sea desde un rol de protagonista, de espectador, de familiar o del entorno cercano. “Vivir el miedo, la tortura, el exilio o la pérdida de seres queridos, es siempre doloroso y difícil. Recordarlo en soledad o narrarlo a otros, es volver a sufrir. Pensar, en cambio, esos negros años ’70 argentinos, desde la memoria propia, intentando entender y explicar cómo y por qué los muertos (propios y ajenos), parece ser una tarea necesaria para los sujetos que atravesaron esa experiencia. Tal vez, hasta reparadora”. (Calveiro, Pilar 2013.160). Creo que mi asignatura pendiente con mi militancia permanente y el rescate de la memoria quedará saldada, aunque la cuenta es difícil cerrala…falta la intención de cancelar una etapa que todavía sigue abierta; porque algunxs sobrevivientes, no víctimas, sabemos y experimentamos en carne propia que nos doblaron muchas veces, pero no lograron quebrarnos y eso por convicción nos motiva cada amanecer a seguir andando para que alguna vez aunque no veamos el sol, la emancipación brille sobre nuestros pueblos.

Alicia Parodi

Secretaria de Relaciones Institucionales CTA A La Rioja Responsable de DDHH de CTA A La Rioja

Secretaria Adjunta de ARDU

 

*Extracto de la Tesis Doctoral que realiza la narradora para el Doctorado en Ciencias Humanas con mención en Ciencias Sociales

BIBLIOGRAFÍA DE CONSULTA

 

-Adams, Tony- Ellis, Carolyn; Brochner, Arthur. Autoetnografía: Un panorama. 2015.Astrolabio-N° 14. CONICET. UNC.Argentina.

-Agamben, Giorgio. Lo que queda de Auschwitz. El archivo y el testigo. Homo Sacer III. 2000. Pretextos. Valencia. España.

-Anguita Eduardo-Cecchini, Daniel. La trágica historia de la «división perdida»: los 31 desaparecidos de la Escuela                        Normal         de         Banfield         y         el         relato         de         la         única         sobreviviente. https://www.infobae.com/sociedad/2019/09/21/la-tragica-historia-de-la-division-perdida-los-31- desaparecidos-de-la-escuela-normal-de-banfield-y-el-relato-de-la-unica-sobreviviente/